Yves Vanderveken
Miembro de l’AMP, elija su caso del momento. Aquel que más le interese y que resuene con el tema del congreso. Remitiéndose al caso, muestre en qué es loco (más allá de la estructura), en qué delira y se defiende de lo real, pero también, cómo este real lo alcanza. Despliegue la orientación de la cura o del tratamiento. Renovemos la clínica sin ninguna nostalgia.
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Freud sitúa sueños, delirios, fobias, obsesiones, alucinaciones…en una continuidad en tanto constituyen fenómenos psíquicos[1].
Si se puede al respecto evocar la falta de realidad, clasificarlos del lado de la fantasmagoría, rebajarlos al nivel de lo imaginario, y así, querer oponerse a ellos y orientar la terapéutica hacia el retorno a la razón, Freud, en cambio, los toma en serio: “Pero no hay que dejarse inducir al error de incorporar en la formaciones psíquicas reprimidas la valoración de realidad objetiva y, por ejemplo, menospreciar unas fantasías respecto de la formación de síntoma por cuanto justamente no son realidades”.[2]
Freud deduce que estas formaciones psíquicas reprimidas constituyen el funcionamiento psíquico ordinario y es a partir de esto que él establece una continuidad. “El neurótico se extraña de la realidad efectiva porque la encuentra – en su totalidad o en alguna de sus partes – insoportable. El tipo más extremo de ese extrañamiento de la realidad objetiva nos lo muestran ciertos casos de psicosis alucinatorias […] eso es justamente lo mismo que hace todo neurótico con una parcela de la realidad objetiva”[3]
Lacan, por su parte, sitúa en estos fenómenos un real que contribuye a la formación de síntomas propiamente humanos.
Es por lo tanto, en sentido freudiano, propio a la naturaleza del psiquismo humano el extrañarse de una realidad insoportable y, en sentido lacaniano, el defenderse de un real. Hay una continuidad en cuanto a la “naturaleza”[4]. Todo el mundo delira. He aquí una de las vertientes de la despatologización que propone el psicoanálisis. Lacan rinde homenaje a esta orientación freudiana al final de su enseñanza.
Aunque haya continuidad en cuanto a la naturaleza, se trata también de investigar y afinar constantemente lo que funda las distinciones de “cualidad”[5] entre las diferentes formas de “negar la realidad”: represión y retorno de lo reprimido; negación, fetiche y “desplazamiento de valor”[6]; Verwerfung y retorno en lo real. Sobre esta vertiente, el psicoanálisis es conducido, de manera necesaria, a “salvar la clínica”[7].
Esta dimensión de defensa con respecto a un real insoportable requiere además, situar el campo “alucinatorio” que es propio al deseo humano como tal. El deseo busca incansablemente recuperar una satisfacción pulsional otra y suplementaria que se apoya en las primeras satisfacciones de la necesidad, sin reducirse a ellas; de hecho, esta satisfacción no se reduce. Con respecto a esto, la poca realidad de la ensoñación diurna en la que el ser hablante se desplaza, se podría decir, en continuado, está ante todo al servicio de un incansable plus-de-gozar del que ninguna prueba de la realidad llega a agotar en tanto es imposible de negativizar y del que el aparato psíquico es vasallo. Es con respecto a lo incansable de este goce otro que no cesa de retornar que se encuentra también lo insoportable de una falta, de un agujero: el de la castración, el de la falta en el Otro y el agujero en el orden simbólico.
Continuidad de naturaleza, una vez más. Y allí también conviene situar cómo el goce retorna. Si la naturaleza del ser hablante consiste en soñar, delirar y alucinar, en suma, gozar, la cualidad reside en las diversas maneras en que este retorno se produce. El Ich Spaltung es para todos[8]; lo que difiere es la modalidad de la hendidura.
Freud invita al psicoanalista a no retroceder ante las formaciones del inconsciente, en tanto ponen en juego “toda la metapsicología y toda clínica”[9]. ¿Cómo hacemos hoy para no retroceder? Esta es la pregunta que pondremos a prueba en las simultáneas clínicas de este XIV Congreso de la AMP.
“Tenemos la obligación de servirnos de la moneda que predomina en el país que investigamos”[10]. Es sin duda lo que permite a Jacques-Alain Miller, a partir de la enseñanza de Jacques Lacan, decir que “analizar al parlêtre […] es dirigir un delirio”[11]. Ciertamente, esto hace eco al decir de Lacan que una cura analítica implica “inducir en el sujeto una paranoia dirigida”[12] porque convoca mediante la interpretación y la naturaleza de la transferencia, un llamado… interpretativo…al sentido. Pero una cura analítica no se reduce al llamado al sentido. Se trata de apuntar, en la orientación de la cura del parlêtre, a “atrapar a un real”, un “real que no tiene sentido”, que “no puede ser otra cosa que lo que es” y del que, como resultado de un análisis, se puede como mucho aguardar…“ser incauto”[13].
Las simultáneas clínicas del XIV Congreso de la AMP trazarán esta vía. Hacemos un llamado a vuestras contribuciones para poner de relieve estas “formaciones del inconsciente” en su sentido extendido, las formas que toman hoy, en la época de la despatologización ideológica y jurídica, y la dirección de la cura que convocan.
Estas formaciones del inconsciente son singulares, no valen más que para uno: el sujeto, en el marco de su cura. Se tratará de extraer y producir la fórmula despatologizante propia de un psicoanálisis. Ya sea al principio de la cura, en una cura que dura o al final del análisis. Se tratará de ir de la particularidad de la estructura a la singularidad del caso, de aprehender cómo esto se construye para cada uno. Y esto, apuntando a, eventualmente, extraer una enseñanza de lo que no se enseña: la práctica del psicoanálisis.
Traducción: Tomás Verger
Revisión: Melina Cothros
[1] Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Tomo IV, Amorrortu ed., Buenos Aires, 1991, p. 142.
[2] Freud, S., “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, Tomo XII, Amorrortu ed., Buenos Aires, 1991, p. 230.
[3]Ibid., 223.
[4] Tomamos la oposición entre “naturaleza” y “cualidad” del texto de orientación de J.-A. Miller hacia el próximo Congreso “Todo el mundo es loco”.
[5] Ibid.
[6] Freud, S., “La escisión del yo en el proceso defensivo”, Tomo XXIII, Amorrortu ed., Buenos Aires, 1991, p. 277.
[7] Miller, J.-A., op. cit.
[8] Freud, S., “La escisión del yo en el proceso defensivo”, op. cit., p. 275-278.
[9] Miller, J.-A., op. cit.
[10] Freud, S., “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, op. cit., p. 230.
[11] Miller, J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Lacaniana 17, Buenos Aires, 2014, p. 32.
[12] Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis” en Escritos I, S. XXI ed., Buenos Aires, 2003, p. 102.
[13] Miller, J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante”, op. cit., p. 32.